Desempleo estructural: más de 3,8 millones de chilenos sin trabajo digno
El análisis superficial de los indicadores económicos constituye una práctica insuficiente para comprender la realidad laboral de Chile. La tasa de desocupación nacional del 8,4% para el trimestre agosto-octubre 2025, que representa 866.100 personas cesantes, oculta una crisis estructural que demanda reformas profundas en materia de política económica.
La falacia de los promedios estadísticos
Los promedios nacionales distorsionan la verdadera dimensión del problema laboral. Mientras el decil de menores ingresos registra una participación laboral del 30% y desempleo superior al 36%, el decil de mayores ingresos exhibe participación laboral del 85% con desempleo del 2%. Esta disparidad evidencia la necesidad de políticas diferenciadas que reconozcan las realidades socioeconómicas específicas.
Dimensión real del problema laboral
La Encuesta Nacional de Empleo revela que 962.000 personas clasificadas como inactivos que estuvieron disponibles no buscan empleo pero declaran disponibilidad para trabajar. Adicionalmente, el estudio OCEC-UDP identifica más de 2.000.000 de subempleados, personas que trabajan menos de 30 horas semanales o se desempeñan en funciones para las cuales están sobrecalificadas.
La suma total alcanza 3.828.000 personas cuyas necesidades laborales no son satisfechas por la economía nacional, afectando directamente la productividad, el crecimiento económico y la movilidad social.
Responsabilidad de las políticas públicas
El diagnóstico apunta a deficiencias estructurales en la política pública. Chile no genera los incentivos necesarios para estimular la inversión privada ni el desarrollo empresarial, particularmente en el segmento de pequeñas y medianas empresas que constituyen el motor de creación de empleo.
La educación superior presenta un desacople evidente con las necesidades productivas del país. Resulta paradójico que la autoridad exija indicadores de empleabilidad exclusivamente a la educación técnico profesional, eximiendo a las universidades de esta responsabilidad fundamental.
Imperativo de reformas estructurales
La evidencia demanda un análisis riguroso que trascienda los indicadores agregados. Las políticas públicas deben considerar impactos específicos y diferenciados, abandonando la comodidad de los promedios estadísticos que enmascaran realidades sociales complejas.
La frase de Nicanor Parra ilustra perfectamente esta distorsión: Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona. Los promedios no alimentan a quienes carecen de oportunidades laborales dignas.
Chile requiere un modelo económico que privilegie la creación de empleo productivo, la inversión privada y la formación profesional orientada a las demandas del mercado laboral. Solo así podremos superar esta crisis estructural que afecta a millones de familias chilenas.