Desempleo estructural: las cifras oficiales ocultan una profunda crisis laboral
El análisis riguroso de los indicadores económicos nacionales revela una realidad laboral significativamente más compleja que la presentada por las estadísticas oficiales. La tasa de desocupación del 8,4% para el trimestre móvil agosto-octubre 2025 constituye únicamente la superficie de un problema estructural que compromete la estabilidad económica y social del país.
Disparidades socioeconómicas evidencian fallas sistémicas
Los datos desagregados demuestran la insuficiencia del análisis basado en promedios generales. Mientras el decil de menores ingresos registra una participación laboral del 30% y un desempleo superior al 36%, el decil de mayores ingresos presenta una participación laboral del 85% con apenas un 2% de desocupación. Esta asimetría revela fracturas profundas en el funcionamiento del mercado laboral nacional.
La situación se agrava al considerar los inactivos que estuvieron disponibles (IED), que suman aproximadamente 962.000 personas dispuestas a trabajar pero excluidas de las estadísticas oficiales. Adicionalmente, el estudio de la OCEC-UDP identifica más de 2.000.000 de subempleados, incluyendo trabajadores con menos de 30 horas semanales y profesionales sobrecalificados con remuneraciones inferiores en al menos 30%.
Déficit de política pública y marco regulatorio
La suma de desocupados, IED y subempleados alcanza 3.828.000 personas, evidenciando la incapacidad estructural de la economía nacional para generar empleo productivo. Esta deficiencia compromete el crecimiento económico, la productividad y la movilidad social, afectando directamente la estabilidad familiar y el desarrollo nacional.
El diagnóstico identifica responsabilidades específicas en la política pública. El marco regulatorio vigente no proporciona incentivos adecuados para la inversión productiva ni facilita el desarrollo de pequeñas y medianas empresas con capacidad de expansión y generación de empleo.
Desalineación educativa y mercado laboral
La educación superior presenta un desacople evidente con las necesidades del aparato productivo nacional. La formación universitaria no está orientada hacia la inserción laboral efectiva, generando una paradoja regulatoria: mientras la autoridad exige indicadores de empleabilidad a la educación técnico profesional, las universidades operan sin estos requerimientos.
Esta situación demanda una revisión integral de las políticas educativas y laborales, priorizando la coherencia entre formación profesional y demanda productiva. La estabilidad económica requiere marcos normativos que incentiven la inversión, faciliten el emprendimiento y garanticen la formación de capital humano alineado con las necesidades nacionales.
Como señalaba Nicanor Parra: "Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona". Los promedios estadísticos no reflejan la realidad distributiva que compromete la cohesión social y el desarrollo económico sostenible.