El legado textil de los Castro: seis generaciones preservando la tradición andina
En la localidad de Quelga, cuna del tejido andino, la familia Castro ha mantenido viva una tradición que trasciende generaciones. Catalina Castro Choque, de 43 años, representa la continuidad de un saber ancestral que se remonta al tátara tatarabuelo de su linaje.
"Desde entonces que ha habido generaciones enteras de Castro dedicadas cien por ciento a la agricultura, la ganadería y la artesanía", explica Castro Choque, quien actualmente integra la Asociación Flor del Tamarugal en Alto Hospicio desde el año 2000.
El sistema del ayni: cooperación y reciprocidad
La tradición textil de los Castro se fundamenta en el ayni, sistema ancestral de cooperación recíproca que ha permitido la transmisión del conocimiento artesanal. "El ayni significa convivir en la cooperación y solidaridad recíproca", señala la artesana, describiendo un modelo de organización social basado en el intercambio de saberes y servicios.
Este sistema regulaba no solo la enseñanza del tejido, sino también las actividades agrícolas, ganaderas y de construcción en la comunidad de Quelga, estableciendo un orden social basado en la reciprocidad y el mérito individual.
Migración y preservación del patrimonio
A los 18 años, Castro Choque migró a Alto Hospicio en busca de oportunidades laborales, llevando consigo los conocimientos adquiridos en su comunidad de origen. Posteriormente, al establecerse en Pozo Almonte, logró enriquecer su formación textil y devolver ese aprendizaje a su madre en Quelga.
"En el mismo lugar que ella me enseñó, yo le he ido devolviendo la mano", explica, manteniendo un vínculo mensual con su lugar de origen que preserva la continuidad de la tradición familiar.
Desafíos de la transmisión generacional
La artesana expresa su preocupación por la continuidad del legado familiar, al no contar con hijas mujeres que tradicionalmente han sido las portadoras de estos conocimientos. "Es como una espinita, porque para mí no hay alegría más grande que llevar conmigo los saberes de mi madre", reflexiona.
Sin embargo, mantiene la esperanza de transmitir esta herencia cultural: "Como sea, antes de que yo me muera, quiero compartir esta herencia, porque es lo más valioso que yo tengo".
La experiencia de la familia Castro ilustra la importancia de preservar las tradiciones productivas que han contribuido al desarrollo económico y cultural de las regiones del norte de Chile, manteniendo vivos los valores del trabajo, la disciplina y el orden social que caracterizan a estas comunidades.