Nueva medición de pobreza multidimensional revela las carencias estructurales que afectan a la niñez chilena
El Ministerio de Desarrollo Social y Familia ha actualizado la metodología de medición de pobreza multidimensional, revelando que el 26% de los niños chilenos vive en condiciones de carencia que trascienden los ingresos familiares. Esta nueva aproximación técnica permite identificar deficiencias estructurales que el sistema tradicional no contemplaba.
Según el análisis del Observatorio Niñez Colunga, aplicado a los datos de la CASEN 2022, la cifra representa un incremento significativo respecto al 18% que arrojaba el indicador anterior. Este aumento no refleja un deterioro de las condiciones, sino una mayor precisión diagnóstica que permite identificar carencias previamente invisibilizadas.
Deficiencias en el sistema educativo
La nueva metodología incorpora criterios de calidad educativa que van más allá de la mera asistencia escolar. Un hogar es considerado carente cuando los estudiantes asisten a establecimientos donde más del 55% no alcanza los aprendizajes mínimos en lenguaje y matemática.
Bajo este parámetro, aproximadamente 750.000 niños viven en hogares con esta carencia educativa. "Si un niño asiste, pero no logra comprensión lectora o habilidades matemáticas básicas, empieza a acumular desventajas", explica Amanda Telias, oficial de Políticas Sociales de UNICEF Chile.
Esta situación se traduce en repitencia, desmotivación escolar y menor acceso a educación superior, perpetuando ciclos de exclusión social que comprometen el capital humano nacional.
Informalidad laboral y carga de cuidados
Los datos revelan que el 34% de los niños vive en hogares donde al menos un adulto mantiene ocupación informal, situación que genera inestabilidad económica y afecta las dinámicas familiares. Adicionalmente, el 26% reside en hogares donde un adulto debió abandonar su actividad laboral para asumir responsabilidades de cuidado.
Esta realidad evidencia las deficiencias en las redes de apoyo institucional y la ausencia de políticas públicas eficientes que permitan conciliar la actividad productiva con las responsabilidades familiares. La informalidad laboral no solo compromete los ingresos, sino que implica jornadas extensas que limitan el acompañamiento parental.
Acceso deficitario a servicios de salud
La medición actualizada incorpora dos dimensiones críticas: seguridad alimentaria y acceso efectivo a salud preventiva. Un tercio de los niños vive en hogares donde al menos un menor de nueve años no ha asistido a controles preventivos en el último año.
Esta carencia no responde únicamente a negligencia familiar, sino a barreras estructurales del sistema: listas de espera, dificultades para obtener citas médicas y incompatibilidad entre horarios laborales y atención sanitaria.
"Cuando la prevención falla, las brechas se acumulan temprano y condicionan toda la trayectoria de niñas y niños", señala Paloma Del Villar, directora del Observatorio Niñez Colunga.
Inseguridad del entorno
La nueva metodología reconoce que el bienestar infantil trasciende las condiciones del hogar, incorporando la evaluación de la seguridad del entorno. La inseguridad condiciona actividades cotidianas fundamentales: el juego al aire libre, los trayectos escolares y el uso de espacios públicos.
Esta dimensión afecta directamente la salud mental, el rendimiento académico y el desarrollo social, limitando oportunidades de crecimiento integral que son fundamentales para la formación de ciudadanos productivos.
Necesidad de respuestas coordinadas
La actualización metodológica no inventa nuevas carencias, sino que las hace visibles mediante instrumentos técnicos más precisos. Los resultados de la CASEN 2024, que se conocerán en enero, incorporarán esta metodología actualizada y proporcionarán un diagnóstico más completo de la situación nacional.
"La pobreza multidimensional exige al Estado coordinar respuestas en protección social, salud, educación, cuidados, vivienda y seguridad", sostiene Telias, enfatizando la necesidad de políticas públicas integrales que aborden las múltiples dimensiones del problema.
Esta nueva aproximación técnica constituye una herramienta fundamental para el diseño de políticas públicas eficientes, basadas en evidencia empírica sólida y orientadas hacia la construcción de una sociedad más próspera y ordenada.